Ciudad de Dios
Cidade de Deus
Ciudad de Dios, una de las favelas más conflictivas de Río de Janeiro, se consolidó, bajo los auspicios del Estado, en los años sesenta. En esa época arrancan las tres historias que componen esta novela, las protagonizadas por Inferninho, Pardalzinho y Zé Miúdo, entonces apenas unos niños. A lo largo de veinte años, sus vidas desgarradas, inmersas en la violencia cotidiana, marcaron un hito en el mosaico miserable y abigarrado de la favela.
Contenido
Porque en Ciudad de Dios, donde todo se sucede a un ritmo trepidante, se juega al fútbol y a las canicas con una pistola en el bolsillo, y las diversiones infantiles se alternan con la rutina del atraco, el asesinato y la sangrienta guerra entre bandas de traficantes.
Lo único que impera es la ley de la supervivencia y de la venganza; el único lenguaje ante el que todos responden, el de las balas. Como freno a este crudo universo marginal no hay sino una policía corrupta, y como último resquicio para la esperanza, la historia de Busca-Pé, un chico apasionado por la fotografía que, sin caer en la criminalidad, trata de abrirse camino y escapar al cruel destino que a él -les- aguarda en Ciudad de Dios.
Acerca del autor
Paulo Lins nació en una favela de Rió de Janeiro en 1958. En los años ochenta formó parte del grupo Cooperativa de Poetas y en 1986 publicó el libro de poemas titulado Sobre o sol. Se ha dedicado también a la enseñanza, y en la actualidad escribe guiones de largometrajes, dirige películas para la televisión y colabora en diversas revistas y periódicos brasileños.
De 1986 a 1993 trabajó como ayudante de la antropóloga Alba Zaluar -que por entonces investigaba la criminalidad en las favelas brasileñas-, y precisamente de sus entrevistas y pesquisas surgió la idea de escribir una novela basada en cuanto había visto y oído: así se gestó Ciudad de Dios, donde Lins mezcla la ficción con una realidad social desconocida para la mayoría de los lectores.
Convertida en una de las obras más vendidas en Brasil en los últimos años, y traducida a numerosos idiomas, Ciudad de Dios ha inspirado la película del mismo título, dirigida por el brasileño Fernando Meirelles, que contó con el asesoramiento del propio Paulo Lins.
Lectura breve
"Los sábados había baile en el club, donde se reunían delincuentes y porreros, pilinguis y jóvenes del barrio. Los grupos musicales tocaban canciones de Jorge Ben, Lincoln Olivetti, Wilson Simonal y otros. La junta directiva del club patrocinaba al mejor equipo de fútbol de Jacarepaguá, ofrecía polenta a la bahiana, feijoada los domingos para los socios y organizaba concursos, excursiones y torneos de fútbol-sala. Para el baile del sábado, la junta preparaba gran cantidad de botellas de cachaza con limón, con leche condensada o licor de cacao. Compraban cerveza y canapés para vender durante el baile, el acontecimiento social más importante de esa época, a pesar de que gran parte de los habitantes de Ciudad de Dios no iba: la mayoría consideraba que allí no pasaba nada bueno.
Un sábado, Inferninho llegó deprisa al baile en busca de Martelo. Tenía que darle una buena noticia. A Tutuca le había ido muy bien en un robo, allá por Anil. Había conseguido dos cadenas de oro, un par de alianzas, un revólver calibre 38, tres pantalones Lee y una chaqueta de cuero. Inferninho entró en el baile sin pagar: recorrió todo el salón, fue al bar, al cuarto de baño, y no encontró a su compañero. Le pareció extraño. Cleide lo había visto allí. Ya estaba saliendo cuando se encontró con Passistinha:
–¿Qué hay, Passistinha? ¿Has visto a Martelo por ahí?
–Se ha ido a casa, lo están buscando. Hay un detective, un tal Belzebu, que está preguntando a todo el mundo si os conoce, ¿entiendes, colega? Lo han buscado en Allá Enfrente, en Allá Arriba, en Allá Abajo, han estado aquí... Es por lo de los asaltos a los camiones en el barrio.
–¿Están de ronda o van en coche patrulla?
–En coche.
–¿Cuántos hay?
–Creo que tres.
Inferninho se rascó la cabeza; era evidente que le preocupaba la policía. Pensó en marcharse de allí, pero imaginó que los maderos no volverían al club. Decidió relajarse y le dijo a su amigo:
–¿Vamos a tomar una birra?
–¿«Tomar» una birra? ¡Un hombre no toma, un hombre bebe! –bromeó Passistinha.
Iban hacia el bar del club cuando entró el detective Belzebu, seguido de otros dos policías que arrastraban a Cleide llorando. Inferninho corrió hacia el centro del salón, tropezó con parejas que bailaban al son del Copa Sete y derribó sillas y mesas. Belzebu soltó a Cleide y salió en pos del delincuente. Passistinha caminó hacia el policía y le dio un empujón para frenarle; enseguida pidió disculpas diciendo que había sido sin querer, pero Belzebu intentó soltarle un mandoble. El malandrín esquivó el golpe sin mucho esfuerzo. Los otros policías entraron en la pelea, pero Passistinha, desde el suelo, le descargó una coz al detective Carlão con la pierna estirada, le puso la zancadilla al policía Careca y, con una mano, le golpeó en la pierna a Belzebu; después, sin apresurarse demasiado, salió, cruzó el puente del brazo derecho del río, entró en una callejuela y desapareció...."
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"Daqui a 20 anos, quando meu filho me perguntar: papai, como era o Rio de Janeiro ou as grandes cidades brasileiras?
Eu vou dizer: olha, lê Cidade de Deus, porque está tudo ali, entendeu?"
-João Moreira Salles, documentarista
Ficha Técnica
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