Adiós, Juan Pablo, amigo
En 1996 el Papa tenía su pensamiento y su corazón puestos en el año 2000, en la misión de llevar el timón de la Iglesia en la entrada del Tercer Milenio. Eran muchos los que pensaban que no llegaría a cumplirla. ¿Renunciaría Juan Pablo II? Karol Wojtyla respondió siempre con un categórico no. Los que conocíamos bien su tesón, su fuerza de voluntad, su sentido del deber y sobre todo su capacidad de soportar el dolor físico sabíamos que Juan Pablo II moriría «con las botas puestas».
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Pudo coronar su deseo de peregrinar a Tierra Santa, celebrar el Jubileo del 2000, despedirse de la Virgen de Fátima, rezar ante la Señora de Lourdes, reunirse de nuevo con los jóvenes en Toronto, visitar una vez más México y España, recordar a los países martirizados de los Balcanes «el valor de pedir perdón y la audacia de saber perdonar».
He querido completar Juan Pablo, amigo con los últimos años de Juan Pablo el Grande, casi como un deber, como una deuda de gratitud, porque tenía que darle las gracias y decirle adiós.
Juan Pablo, amigo, el bastón en el que te apoyabas, la silla de la que al final no pudiste levantarte, quedarán para siempre en nosotros como el símbolo de tu extraordinario, maravilloso pontificado.
Acerca de la autora
Paloma Gómez Borrero nació en Madrid. Licenciada en Periodismo, trabajó como enviada especial del semanario Sábado Gráfico en Alemania, Austria y el Reino Unido.
Durante doce años fue corresponsal de TVE en Italia y el Vaticano, siendo la primera mujer corresponsal en el extranjero de la televisión nacional.
Actualmente, es corresponsal de la cadena COPE y del programa Ventana al mundo de la Radio para Latinoamérica (EE.UU) en esos dos países.
Asimismo, ha sido corresponsal de Venevisión (Venezuela) y Teve-Hoy (Colombia), y es asidua colaboradora de los programas de televisión de María Teresa Campos.
Ha publicado los libros Huracán Wojtila, Comiendo con..., Pasta, pizza y mucho más, El libro de la pasta y Juan Pablo, amigo. Ha cubierto todos los viajes de Juan Pablo II.
Entre los numerosos galardones que ha recibido, cabe mencionar el Gold Mercury Award (1980), premio a la profesionalidad por la cobertura de los cónclaves y del secuestro y asesinato de Aldo Moro; el Premio Calabria, otorgado por el presidente de Italia al mejor corresponsal extranjero del año; y el Premio Adelaida Ristori, que anualmente se concede a las doce mujeres más destacadas en sus respectivas profesiones.
Ficha Técnica
© 2005 Grupo Editorial Random House Mondadori.