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Nadie es Perfecto
El tango de los diferentes (REALIDAD SEMANAL Año 4 - Nº197) por Raúl Forlán Lamarque
Joel Schumacher es el conductor de un impresionante duelo actoral entre Robert
De Niro y Philip Seymour Hoffman en su más reciente largometraje "Nadie es
perfecto".
La historia de un ex detective y un travesti con el fondo de una Nueva York periférica que
será uno de los estrenos más importantes del año.
Todo el asunto parte de un asalto al capomafia de la cuadra. El individuo con el fajo de
dólares posee la asistencia de una prostituta callejera que lo esconde de la furia de los
ahora perseguidores en el apartamento de su amigo travesti (Philip Seymour Hoffman).
Pero el refugio dura lo que un suspiro: los sicarios encuentran al pobre diablo y a la prostituta
y los despiden del mundo de la marginalidad en la que habían vivido hasta el momento. Pero
¿y el dinero? Habrá que seguir revolviendo.
Lo cierto es que el barullo que se arma en ese desvencijado hotelucho neoyorkino, pone en
posición de alerta a un oficial de policía retirado (todo un héroe con medallas, plaquetas
y otros etcéteras compuesto por Robert De Niro) que toma su vieja mágnum para impedir
esa expansión de violencia y, en el intento, desafortunadamente para este concurrente a los
salones de baile de tango, sufre una embolia cerebral que le paraliza parte de su cuerpo
y lo deja con notorias dificultades en el habla.
Nunca Joel Schumacher, cineasta prolífico y solvente en filmes de historias tan
disímiles como las de Línea Mortal y Un día de furia o la más cercana Ocho
milímetros, había incursionado en una true story que posee desde veteados
sórdidos y desoladores en la exposición de las respectivas miserias privadas o íntima de
los personajes hasta un progresivo territorio solidario, cómplice que llega literalmente
a conmover sin que se acudan a parlamentos lacrimógenos o a la elaboración de secuencias
previsiblemente melosas.
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